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Sin evidencia de color,

estirpe o procedencia

sobre la mesa de metal

descansaba

rodeado de los trapos de su piel.

― Y no era un condenado;

tampoco un criminal:

Le había donado el peso de su vida

a la posteridad.

Tenía el prepucio intacto,

y sólo la mitad de lo que alguna vez

habría sido su rostro.

Desconocidos su historia,

su nombre, la más reciente cifra

que le dictó su edad.

Sostuve entre mis manos su cofre de memorias;

aquel repositorio de imágenes, palabras,

de fábulas y cuentos, y quien sabe qué más;

aquella caja negra de segundos donde ha vivido

¿el Alma?

Jamás he comprendido a dónde fue a parar

tanto de aquello, o cómo entre mis dedos

nunca le vi escapar.”

 

Materia gris – “La última caricia” , Iris Mónica Vargas, Terranova Editores (2013)

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